Manual para la aplicación de la ley
II edición ampliada, actualizada y corregida
Raúl Marcelo Cheves para Editorial Seis Hermanas
El autor frente a la segunda edición
El autor frente a la segunda edición
Me habría sentido satisfecho de equivocarme en el tratamiento de ciertos
temas, pero lamentablemente la cuestión policial continúa en su incógnita. Una
incógnita que mucho compromete a la clase política en situación de funcionarios
del Estado.
Para reformar la policía, primero hay que reformar el Estado, pero antes que el
Estado, debe cambiar la dirigencia política, pues de lo contrario sería un mero
maquillaje justificador, seguido de una lamentable y peligrosa deforma
institucional.
Hay quienes dicen saber mucho de policía, y otros tantos le creen, tal vez por
no saber lo necesario ni lo debido. Entonces escriben sobre aquello que dicen
saber y muchos los leen, aunque no sepan que leen. Luego, aceptan cargos
políticos para funciones que dicen saber con notable apoyo de quienes les creen,
les leen y los nombran. Pero cuando fracasan, quienes les han creído, leído,
apoyado y nombrado, manifiestan -para salvar su fracaso por lógica ineptitud o
compromiso político e ideológico- que el problema, no es del funcionario
nombrado, sino exclusivamente de la policía, más aún, de los policías. Entonces,
lavan su responsabilidad y secan sus manos y mentes inmorales con el uniforme
policial.
En esta segunda edición ampliada, actualizada y corregida, vuelvo a presentarles
"La cuestión policial", un manual de consulta para los agentes de policía
-no excluyente para otras disciplinas- con la intención de tutelar y mejorar sus
acciones cotidianas de aplicación de la ley, aunque sería también muy
esclarecedor -sin caer en la arrogancia- para quienes detentan la
responsabilidad política de dirigir las instituciones policiales.
Su tratamiento se orienta a ofrecer una definida visión general, de lo
sustancial, inmediato y necesario para el cumplimiento del deber, sobre la base
de una selección discrecional de temas, que se han estudiado con diferentes
niveles de profundidad. Por ello, su texto se enfoca de manera objetiva y
concreta, siendo su análisis breve -sin perder rigurosidad- en algunas materias
y en otras con adecuada extensión.
En este contexto nuestro exigente y meritorio lector, podría considerar la
ausencia de algún tema o el inadecuado abordaje de uno u otro. Empero, estamos
convencidos pues lo comprobamos en las críticas y satisfacciones cosechadas en
la anterior edición, que incentivado por su potencial creativo y en virtud de su
propia búsqueda, complementará, multiplicará y enriquecerá su contenido.
Por ello esperamos que esta segunda edición cumpla su cometido de producir
esclarecimientos, pero también interrogantes con anhelo de resolución, gracias
al imprescindible y necesario ejercicio intelectual del lector. No se trata de
convencer y sumar adeptos, todo lo contrario, se pretende fomentar la crítica,
la discusión y el poder de decisión independiente.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) ha sido citado
convenientemente como primera fuente de consulta y conocimiento del significado
de las palabras, frases y oraciones empleadas para establecer y comprender su
representación, alcance y significación jurídica a los fines policiales en
armonía con los ordenamientos jurídicos, pero en la sencilla aceptación en que
comúnmente son utilizadas.
En este sentido hacemos votos por fortalecer el lenguaje profesional de los
agentes policiales, que sea comprensible ante la comunidad, desestimando todo
estilo y modo de hablar inapropiado o vulgar.
Las conjugaciones y tiempos verbales, se utilizaron convenientemente para
facilitar un diálogo virtual con los lectores y su acompañamiento en el
desarrollo temático.
Los textos reproducidos y correspondientes a otros autores u organismos, fueron
seleccionados y ubicados discrecionalmente para complementar la materia
estudiada, señalándose el nombre del documento o el autor u organismo de
procedencia con indicación del año, de tal forma que permita identificarlo o
ubicarlo en la bibliografía del libro. De igual manera, con respecto a
referencias estadísticas recientes y de antigua data, en virtud de su alta
significación.
Además se advertirá reiteraciones conceptuales, siendo deliberadas y con
propósitos meramente didácticos. Así también y para fortalecer la interrelación
de las diferentes temáticas, se observaran en algunos párrafos, la referencia
del capítulo asociado.
El libro se ha desarrollado en seis capítulos y un complemento.
En el Capítulo I nos ocupamos de los Derechos Humanos. Se comienza con una
introducción que los relaciona con el trabajo de la policía y prosigue una
síntesis histórica donde se mencionan los sucesos, antecedentes e instrumentos
internacionales más relevantes -no todos- y que los agentes policiales deben
conocer y estar absolutamente convencidos de su importancia y la significancia
de los principios que encierran, para garantizarlos y protegerlos en su
desempeño cotidiano. Se hace mención a la doctrina americana acerca de la
violación de los derechos humanos por agentes del Estado y por particulares.
En el Capítulo II abordamos el tema de la Seguridad desde diferentes disciplinas
de las Ciencias Sociales. Si bien es un derecho humano ya consagrado en la
doctrina internacional, deseamos comprobar que efectivamente es una potestad
personal, propia de los seres humanos por su sola condición de tales y una
necesidad básica a satisfacer simultáneamente junto al resto de sus necesidades.
Esto es de suma importancia para la policía como agencia dedicada a la
protección comunitaria -aunque no la única- y el tratamiento del delito. Este
capítulo nos introduce y facilita el abordaje del siguiente.
El Capítulo III lo dedicamos a la Seguridad Humana de los Habitantes. El lema de
este paradigma internacional cuya génesis y desarrollo pertenece a los
habitantes del planeta a través de las Naciones Unidas (ONU) es "libertad
respecto del miedo y libertad respecto de la necesidad" y se centralizada en
la persona y la satisfacción de sus necesidades en pleno goce de sus derechos
humanos. Se reproducen algunos contenidos de constituciones políticas de países
de la Región, como ejemplos concretos de su tutela jurídica. Contiene además
algunos antecedentes doctrinarios de la labor de la ONU con relación a la
seguridad humana de los habitantes, que nos permite comprender el correcto
abordaje que deberá adoptar el Estado en materia de prevención del delito como
el papel real que en consecuencia desempeñará la policía. Resalta en su
tratamiento la inequívoca vinculación de cierto accionar de la delincuencia con
violaciones a los derechos humanos.
En el Capítulo IV abordamos la Ética Policial. Su consideración y aplicación
imprescindible para el correcto y legal desempeño de los funcionarios.
Trataremos la casuística en la policía, las relaciones interpersonales con los
miembros de la comunidad y con sus compañeros de labor. Además, el análisis del
Código de Conducta y los Principios Básicos (ONU) sobre el empleo de la fuerza y
las armas de fuego, su posicionamiento frente a la corrupción y el abuso del
poder como aspectos relevantes del gobierno institucional.
En el Capítulo V trataremos la Gestión y Liderazgo Institucional. Sobre la
debida gestión y el liderazgo personal. Veremos los sistemas organizacionales,
la institución policial, su misión, visión y funciones. Cuestiones relacionadas
a su estructura, conducción, cultura organizacional, comunicación y ambiente
laboral. Abordaremos la planificación institucional, el análisis de la matriz
F.O.D.A y el equilibrio dentro de la organización.
El Capítulo VI lo dedicamos a los Procedimientos Policiales. Daremos un enfoque
teórico-práctico que permita una transferencia directa y rápida a la labor
cotidiana de los funcionarios policiales. Desarrollaremos el ejercicio
profesional conforme a derecho, legitimando sus procedimientos con los
principios de igualdad, legalidad, defensa, excepcionalidad, razonabilidad,
proporcionalidad y gradualidad, de manera de asegurarse el pleno goce de los
derechos humanos de los todos los integrantes de la comunidad, dentro de la
cual, conviven los trabajadores policiales.
En el complemento final se desarrollan Actividades de Aplicación, donde se
ofrece una serie de preguntas y ejercicios de autoevaluación y de aplicación con
el propósito de fortalecer lo aprendido. Si bien está dirigido a los agentes
policiales, nada impide a otros lectores su ejercitación.
La misión de la policía debe
consagrarse a la protección y defensa de la dignidad y los derechos humanos de
todos los habitantes. Su presencia y acciones estarán dirigidas a respetar, a
garantizar y en cierta medida, a restituir los derechos tutelados por la ley
fundamental y los tratados internacionales.
Ser policía implica un comportamiento poco menos que perfecto. No debe
presentarse ante las personas como arrogante o pendenciero, guapo o pistolero,
indeseable o pandillero, o empleando una jerga impropia y desagradable. Tampoco
es un soldado porque no pertenece a ninguna milicia ni está en guerra con nadie,
es una persona a quien el Estado le ha conferido algo tan noble y digno como la
protección de sus semejantes.
Su condición de funcionario público le impone desempeñarse en tareas
comunitarias, no solamente relacionadas específicamente con la aplicación de la
ley, sino en aquellas de carácter asistencial.
Esta labor asistencial lo enaltece y fortalece como persona, convirtiéndolo en
un referente social de contacto al cual se recurre ante cualquier padecimiento.
Por ello es necesario una capacitación específica y permanente en el trato con
la gente, sean víctimas o infractores, y orientada a mantener en todo momento y
circunstancia, la conducta ética y lícita que exige su profesión.
Consecuentemente es contrario a su deber de policía, transgredir derechos so
pretexto de prevenir o reprimir delitos y buscar así, resultados favorables.
Esta manera de proceder es injustificable por ser incompatible con su función, a
la vez que reprochable por la comunidad, sin perjuicio de la responsabilidad
jurídica adquirida.
La institución policial no es una agencia de magos, no cuenta en cada una de sus
dependencias con una "bola de cristal" que devele el día, la hora y el
lugar en que ocurrirán los hechos delictivos. Tampoco es una fuerza de ocupación
o poder ocupante dentro de su ámbito de responsabilidad, sino que procura ser
omnipresente. Su labor no es exotérica, es profesional y responde a una
arquitectura operativa de basamento científico donde el azar y la adivinanza, no
son presupuestos válidos para salvaguardar la vida de las personas, como tampoco
limitar sus derechos constitucionales.
Los resultados positivos de la actividad policial se reflejan en su contribución
al pleno goce y protección de los derechos de los habitantes y no en la
fabricación delictiva para una construcción estadística a costa de transgredir
valores fundamentales para la dignidad humana. No se estaría aplicando la ley,
sino transgrediéndola y la institución policial, quedaría estigmatizada como
agencia de victimización por los actos de sus funcionarios.
¿De cuáles valores estamos hablando y protegiendo?
De la vida, de la libertad, de la seguridad de las personas por ejemplo, pues
son valores innatos de cada quien y consagrados universalmente y, por ende,
siempre presentes en la labor de la policía para que el ánimo que mueva a sus
agentes no sea meramente estadístico y efectista. De esta manera, desestimar
rituales negativos en su gestión institucional, tales como la fabricación de
“humo estadístico”, pero sí, imponer más energías en ajustarse a derecho.
La relación policía-habitante, es la relación de personas iguales ante la ley y
sujetos de derecho. La única diferencia es su posicionamiento social, pues el
agente policial es el representante de la administración estatal, encargado de
salvaguardar los derechos del administrado.
En su tarea comunitaria, nuestros agentes observan permanentemente las conductas
de las personas, debiendo evaluar si están prohibidas por la ley. En estos
casos, están habilitados a intervenir pero bajo ciertos recaudos y restricciones
que la misma ley determina. Asimismo y con el propósito de neutralizar su
posible subjetividad negativa, se guiarán por los principios de legalidad, de
defensa, de razonabilidad y de gradualidad.
La cuestión policial pretende llevar a los funcionarios de policía, los
conocimientos e instrumentos necesarios para desempeñar sus funciones dentro del
marco ético y de legalidad que exige el estado de derecho.
Con relación a la institución policial, se propone revisar y reformular sus
esfuerzos en materia de defensa de los derechos humanos como en la prevención y
el tratamiento de la delincuencia, a la vez que en el mejoramiento de las
condiciones laborales de sus agentes, dentro del marco de correctas políticas
públicas surgidas de una planificación integral de la seguridad humana, lo cual
alcanza y compromete a todo el espectro sociopolítico.
Para ello debemos repensar la policía y formar agentes diferentes. Se ha
improvisado y copiado demasiado en base a modelos de fantasía o tal vez reales
pero que responden a idiosincrasias y sistemas jurídicos diferentes, a punto tal
de haberse perdido el sentido y la esencia que deben primar en toda agencia
policial local.
En la prevención del delito, no todo es incumbencia de la policía y por ende no
todo es su responsabilidad. Esto importa un cambio de paradigma en la aplicación
de la ley y sus consecuentes medidas, circunstancia que recae e involucra a
todas las instituciones del Estado, el cual debe impulsarlo, sostenerlo y
mejorarlo.
Pero es tan significativa la inacción o acción fallida observada en los
gobiernos para con el tratamiento de la delincuencia, que nos hace caer en el
delirio de pensar que están esperando una imposible auto-corrección del problema
o, peor aún, un auto-exterminio o auto-aniquilación de la delincuencia, en lugar
de promover un sistema integral hacia la cultura de la paz, que favorezca una
convivencia social segura, más justa e igualitaria.
En algunas fuerzas policiales de nuestra Región se iniciaron procesos de
reforma, adoptándose medidas de cambio organizacional que no han logrado sortear
las críticas de su comunidad en relación a su desempeño y resultados, quizás
porque no alcanzaron a las raíces del pro-blema ni fueron acompañadas de manera
integral por el resto del espectro estatal, lo cual amerita su profundo
replanteo o transitar nuevos caminos institucionales.
"La Policía constituye una institución fundamental para la vigencia del
Estado de derecho y para garantizar la seguridad de la población. (…) es una de
las instituciones del Estado que se relaciona más frecuentemente con los
ciudadanos." (CIDH-Venezuela, 2003)
Estamos de acuerdo con el contenido del párrafo anterior, pues su problemática
no pasa por lo "que es o para qué sirve la policía", no vamos a discutir lo que
ya sabemos, sino en "cómo estuvo y está funcionando" para acreditarse tanto
cuestionamiento social.
No se trata de una institución caracterizada por hacer lo que quiere, sino
aquello que le es ordenado hacer, salvo, cuando no se le pide nada -lo cual es
raro- y además no se la controla -lo cual es frecuente-. Entonces, bajo estas
circunstancias existiría un libre criterio de actuación. Es evidente que si
funciona mal, es porque no se tiene la capacidad intelectual para conducirla o
reformarla o, porque resulta conveniente que así continúe.
Tanto la conveniencia de mal o deficiente desempeño como la carencia de
conocimientos suficientes para conducirla o reformarla o, un “cóctel” de
las anteriores, aunque para todo caso, nada inocente, son hipótesis muy fuertes
que responsabilizan a los gobiernos de turno.
Claro que nadie con responsabilidad técnica o política confesaría no saber
conducirla, seria más elegante decir que es una institución problemática,
compleja e imposible de reformar o controlar sobre todo en el aspecto humano.
Nada más inexacto y absurdo. Tampoco se reconocería haber impartido directivas
fatuas, conflictivas o al margen de la ley. Para todo caso, ante un prolongado y
reprochable mal funcionamiento, resulta indigerible pensar que no se hubiera
podido hacer nada para revertirlo.
No podemos hablar de dos, diez, o treinta años de democracia en un país de
nuestra Región y la cuestión policial siga sin resolverse y además, blanco de
reproches, de denuncias e insatisfacciones. Esgrimir falta de profesionales de
carrera policial con capacidad de gestión y autoridad técnica para designar al
frente de una fuerza o de un proceso de reforma, tampoco es creíble, porque hay
muchos talentos. Nos queda entonces la opción de la conveniencia política.
Reiterando lo dicho, es imposible y poco o nada creíble que no pueda conducirse
correctamente o reformarse una agencia policial, salvo, que no se sepa o no se
quiera. Esto último por imperio de fines inconfesables.
Dos ejemplos (poco convencionales y extravagantes por cierto) complementan lo
dicho. Si el autor de este libro fuera designado para conducir o reformar un
sistema de salud y, adoptando una conducta poco ética (nada sabe ni conoce al
respecto) aceptaría, seguramente y luego de realizar una mala gestión, diría que
el organismo de salud es muy difícil, complejo e imposible de reformar. Por otra
parte, si se contrata a un licenciado en apicultura porque es amigo o
recomendado político, para solucionar un problema en el suministro de gas de una
empresa, entonces comprenderíamos que para nada interesa la empresa ni sus
empleados ni el público que se beneficia con su producción, pues se estaría en
peligro latente de convertir su gestión en una explosión. Salvo que
deliberadamente se pretenda esto último.
La policía como institución, como profesión, ya ha pagado un precio muy alto por
el fracaso de los gobiernos de turno. Fracaso deliberado o inocente, pero
fracaso al fin, que lo sufrimos y pagamos todos los habitantes.
“...mucho se ha dicho que se hará justicia caiga quien caiga y resulta que
caen los que no debieran caer, mientrás aquellos a quienes le caen de todo, esos
nunca caen. Vivimos en un mundo de desorden y de violencia, un mundo donde nadie
respeta las instituciones y las instituciones respetan a nadie. Un mundo de
injusticia donde se abusa de la autoridad. Nosotros, la policía, debemos
representar el orden y la seguridad y no convertirnos en una amenaza
uniformada...” (Mario Moreno en Diógenes Bravo, El patrullero 777, México
1978)
Ahora bien, este trabajo fue elaborado desde una perspectiva policial, pero no
deja de ser una propuesta para todos los profesionales y estudiosos en general.
Se han desarrollado temas importantes sobre la labor de la policía, que
tradicionalmente fueran abordados por otras disciplinas, tal es el caso de los
derechos humanos, o los diferentes enfoques sobre la seguridad desde la
Psicología, la Antropología, la Economía y la Geografía, pero sin invadir ni
pretender absorber sus ámbitos científicos de competencia. De igual manera se
incursiona en el Derecho, realizando análisis pedagógicos y empleándose el
lenguaje natural, respetando y no avanzando en tratamientos jurídico-dogmáticos
que escapan a nuestro espacio de atribuciones y al cometido de este manual.
Debemos enfatizar que los agentes policiales deben ajustarse siempre y sin
excepción a derecho porque es la única respuesta a su condición de tales. Esto
implica la existencia de mecanismos de control de gestión para monitorear su
comportamiento personal y profesional, como detectar posibles desviaciones
organizacionales que comprometan el cuerpo axiológico, la misión, las funciones
y las órdenes emanadas por los superiores sobre cuestiones que hacen al fondo y
forma de llevar adelante las cosas.
Los invito entonces a la lectura de "La cuestión policial". Habrá quienes
puedan considerarla lejana a la realidad, soy consciente de ello y por tal
motivo lo menciono, pues quizás en este aspecto radique uno de los grandes
problemas de las agencias policiales, cuyos funcionarios se encuentran y se
manifiestan superados por la realidad cotidiana y descreídos de la efectividad
de la ley y de la conducción institucional, condicionando su comportamiento y
relegando su compromiso social. En esta línea vemos la orden del superior,
representando en el subalterno, una entidad por encima de la ley que no se
discute y por ende resulta altamente peligrosa.
Mucho tiene que ver la dirigencia política en su condición de funcionarios
gubernamentales, pues no hay una posición ni mensajes claros sobre como tutelar
de manera eficaz la seguridad de los habitantes y reconocer el auténtico rol que
le cabe a la policía, situando a la delincuencia como una opción de vida y de
asimilación comunitaria compulsiva. De esta manera, se está obligando a la
gente, a aceptar el delito como algo normal o natural de todos los días.
"Pese a nuestras afirmaciones y determinaciones, no contamos con una fórmula
mágica, aplicable para cualquier caso y que además tenga el éxito asegurado.
Tampoco proponemos modelos, pues entendemos y pretendemos que debe ser una
construcción cultural de cada país, nueva y original, consecuente con su
historia, con su vida social y económica." (Cheves, 2005-2008)
No deseamos una equivoca interpretación sobre ciertas afirmaciones, no estamos
en la vereda de enfrente "arrojando piedras" o menospreciando o trabando
la ejecución de medidas oficiales, sino generando propuestas alternativas para
el sistema y que son justamente medidas positivas que se recomiendan para la
producción de cambios en la policía.
Estamos hablando de una agencia dedicada a la defensa social e integrada por
agentes de paz. Si hay quienes consideran lo dicho demasiado quimérico, poseemos
bastante historia y materia gris para cambiar el mito por una realidad
sustentable. No es imposible ni aún muy difícil por lo que resulta
incomprensible -o sospechoso- que no se logre.
Deseo entonces dedicar unas últimas palabras a mis compañeros policías.
Si claudicamos, y dejamos que la realidad nos supere y condicione el futuro. Si
seguimos permitiendo que la agencia policial sea una puerta de acceso para
alterar el derecho, un factor de miedo y recelo en las personas o una estrategia
de campaña política, entonces estamos perdidos y de nada nos servirá estudiar,
capacitarnos o escribir sobre determinadas cosas, pues nunca las haremos, nunca
las lograremos. Peor aún, estaríamos perdiendo nuestras vidas o poniendo en
peligro la salud por aquello que no será posible o, estaremos condenados a la
amargura y la desazón, a la crítica perpetua, a la culpa del otro, a la queja
constante o, a la responsabilidad legal.
Pese a mis años de vida y experiencia en una fuerza policial de envergadura, no
pierdo las esperanzas de que algún día, no muy lejano, aunque no abrigue certeza
de estar en pie en ese momento, la policía deje de ser una variable política,
una herramienta electoral del gobernante de turno o su predilecto conejillo de
indias y chivo expiatorio. Llegado ese día, no habrá “caretas” en el tratamiento
de la cuestión policial, sino definiciones y sentencias.
Finalmente o, quizás el principio: "Nadie ni nada, está por encima de la ley".
Por todo ello, los invito también a redescubrir la Ley, como único camino para
un ejercicio profesional beneficioso para la convivencia social.
El autor
Marzo de Verano en la ciudad de La Plata-Argentina, en el año del Señor 2021.