Introducción
El Modelo Policial Hegemónico en América Latina,
como libro, comenzó a gestarse en 1986 a través de unos apuntes aislados en
los cuales también se planteaba la necesidad urgente de una reforma policial.
Algunos
textos ya compendiados, se observan en mis libros Policía en Naciones Unidas
(1997) y La Ley del Mayor (1998).
Pero
no fue hasta publicar Policía en Naciones Unidas II (2000) en que pude
dedicarle uno de sus capítulos para desarrollarlo convenientemente.
El impacto producido en lectores y alumnos como en quienes escucharan mis conferencias sobre Policía Comunitaria a la vez que las innumerables críticas recibidas desde diferentes sectores y referidas fundamentalmente al tema propiamente dicho como su enfoque y tratamiento, provocaron la necesidad de extractarlo de su contexto original, profundizarlo y enriquecerlo para editarlo como libro único.
Son muchas las muestras de salutación y satisfacción
recibidas por este trabajo, las cuales coinciden en su asombro y reconocimiento
general a mi condición de agente policial que habla de manera crítica pero
constructiva sobre la Institución, sea cual fuere su país de origen y con lo
cual quiero decir que soy un funcionario policial latinoamericano.
Versiones diferentes del Modelo Policial Hegemónico
fueron realizadas y podrán encontrarse publicaciones de soporte papel, informático
o vía Internet, empero la actual es la concluyente. Por otra parte su
contenido, en todo o en parte o adaptado, ha servido para exponer muchos
trabajos relacionados como son, entre otros, los casos de Institución
Policial y Víctima o El Barrio: lugar de trabajo de nuestro Agente de
Policía o Reflexiones sobre la Sindicalización Policial.
Como en situaciones anteriores, deseo compartir su
contenido con el propósito de inquietar y despertar el espíritu de investigación
y compromiso de quienes lo lean y así profundizar su análisis y
perfeccionamiento.
Porque
esta clase de temática merece un adecuado tratamiento -y esto ya lo he dicho y
repetido en reiteradas oportunidades- habida cuenta de la notable liviandad,
banalidad e improbidad con que se viene abordando, preponderantemente desgastada
por quienes conocen poco o directamente no conocen nada, o en el mejor de los
casos asocian sus diferentes disciplinas profesionales para abordarla.
Se
pretende también que actúe como detonante y disparador hacia una clase
dirigente carente de voluntad política para promover un verdadero cambio en
materia policial y de seguridad.
Iniciaremos
entonces nuestro estudio sobre la relación Policía y Comunidad y para ello
vamos a considerar e incorporar necesariamente al Estado en sus relaciones con
ambas. Esto conforma una trilogía donde históricamente la agencia policial fue
deliberadamente obligada a ocupar un lugar nada conveniente y de intermediaria,
con dedicación casi exclusiva en la regulación social, desvirtuando sistemáticamente
su misión institucional pero convirtiéndose en el chivo expiatorio de malas o
inexistentes políticas de seguridad.
Advertirán
que el tratamiento del Modelo Policial se traduce en términos de necesidad de
reforma. Una reforma de la cual dijimos comenzamos a plantearla en Provincia de
Buenos Aires, Argentina, en 1986 con poca o nula respuesta por parte del Estado
que pareciera esperar la producción de situaciones lamentables o conflictivas
para considerar esa opción.
Hasta
el presente no advierto verdaderos procesos de reforma policial en América
Latina que merezcan citarse pese a que se publicita que existen. Se verifican
algunos cambios de diferentes características que han provocado marchas y
contramarchas pero en realidad representan, o bien procesos gatopardistas o bien
procesos de deforma y destrucción policial donde sus ideólogos e impulsores
consideran que dejar sin empleo a cierto número de agentes, crear, quitar o
cambiar de nombre a un elemento policial o instrumentar un quimérico e
irrealizable –y meramente periodístico- plan de seguridad es suficiente.
Porque
los profesionales de policía sabemos perfectamente diferenciar la puesta en
marcha de un proceso de reforma de meras acciones superficiales, cosmetológicas
y gatopardistas. Son suficientes las primeras medidas institucionales que se
adopten, ya sean en materia legal, doctrinal u organizativa y funcional para
llegar a una conclusión en tal sentido.
En
el capítulo primero, llevaremos a cabo una lectura de la Realidad Policial
a partir de la cual identificaremos sus aspectos relevantes. Pretendemos dejar
en claro si la problemática policial es coyuntural o histórica y en cuyo caso
develar sus presupuestos. Continuaremos con el tratamiento del Modelo
Policial hegemónico que nos demandará el capítulo segundo.
Deseamos
además hacer un aporte a la situación de la Policía que será el
producto de nuestro análisis integral de lo visto con el propósito de
saber ¿Qué Hacer?. Emplearemos para ello el capítulo tercero a cuyo término
incorporamos un compendio de Medidas Inmediatas y Posibles para la Puesta en
Marcha de una Fuerza de Policía. Finalmente, le seguirá un Corolario.
Por
cuestiones de conveniencia y a los fines de facilitar su tratamiento hemos
realizado una división temática, a partir de la cual comprobamos la hipótesis
de que entre los diferentes aspectos existe una importante interrelación, pues
similar argumentación se verifica como necesaria y recurrente –aunque pueda
parecer repetitiva- en cada uno de los mismos.
Raúl Marcelo Cheves