Prólogo de la presente edición
2008. Nos anuncia los momentos actuales de América Latina, cambios de gran intensidad y significación en el orden institucional, que conllevan transformaciones en cada uno de los dispositivos para gestar una comunidad organizada para un pueblo ansioso de consolidar una identidad propia rescatando sus orígenes.
La consolidación de criterios, sustentados en la Seguridad Humana de los Habitantes, tiene en Raúl Marcelo Cheves, una clara expresión de coherencia y permanencia en una vida destinada a proteger a su comunidad y proyectarse en la transferencia de conocimientos.
Hace gala de conceptualizaciones que surgen de la experiencia concreta, en la ciencia y el difícil arte de forjar un ejercicio profesional al servicio de la organización comunitaria y despertar conciencia en aquellos que comparten su quehacer – la función policial – de manera tal de generar mecanismos aptos de consolidación de modelos democráticos en la práctica de la aplicación de la ley.
El modelo policial hegemónico en América Latina es la forma de plasmar una propuesta base para la transformación de tal modelo. Se sustenta en la Historia – con mayúscula –, develando sin juegos de dialéctica complaciente, la verdad de la organización social, con los resabios de dependencia y sometimiento que dejan siglos de colonización manifiesta o encubierta. No vacila en señalar la invasión armada al continente americano y su ocupación colonial. No utiliza eufemismos; por lo tanto, en determinados ámbitos, su trabajo ha de encontrar resistencias en el facilismo burocrático del no cuestionamiento, o en la padecida manipulación política que suele utilizar un discurso encubridor de estos fenómenos.
El autor parte del análisis de una realidad concreta y observable de la institución policial: la distorsión del interés fundamental que le dio origen, señalando los problemas y las áreas de conflictos en lo cotidiano. Una realidad que si bien aparece como construcción social de la opinión pública, fue favorecida por lo mediático hasta el punto de contribuir, en mucho, a la crisis padecida por ese dispositivo del Control Social que debió ser democrático. Se bastardearon y desviaron sus propuestas originarias para lograr la distorsión de los verdaderos intereses: servir a la comunidad para contribuir a la concreción de sus derechos y a la consolidación de un Estado democrático sustentado en la plena participación de sus habitantes.
Como bien afirma en El autor ante una segunda edición: "… debemos poseer una policía con propósitos de bienestar común, reemplazando a aquella que lamentablemente sigue encerrando una manifestación de poder, empleada en misiones no compatibles con la de su origen y en franca violación de los derechos de las personas".
En el capítulo II: El modelo policial hegemónico instala acertadamente el estudio de la policía dentro de las incumbencias de las diferentes ciencias sociales, haciendo un análisis de esa institución desde los tiempos de las culturas originarias hasta nuestros días, con notables comprobaciones.
En el capítulo III: ¿Qué hacer? deja especificadas, indubitablemente, las propuestas de solución con su proyección a corto, mediano y largo plazo. Su propuesta Policía Comunitaria para una gestión comunitaria en Seguridad es un desafío con claras perspectivas de triunfo. Basta observar la planificación de sus escritos para que quede definido el campo de trabajo que plantea.
En el capítulo IV: Una necesaria recapitulación deja abierta una confluencia desde distintos momentos, que siembra esperanzas para la acción transformadora al marcar un camino, plagado de obstáculos pero susceptible de ser transitado.
El haber caminado juntos en muchos momentos de las épocas difíciles en los últimos quince años, me autorizan a decir, sin ambages, que no hay fractura entre su decir y su hacer. Condición propia de las personas de excepción comprometidas con el futuro de los seres humanos, sumergidos en las contradicciones propias del devenir histórico.
Para quienes transitamos el sendero de la Utopía, es un verdadero estímulo recorrer estas páginas que sirven de brújula en el logro del gran objetivo estratégico: el pleno goce de los derechos para vivir en comunidad. De garantizar a los habitantes el derecho a ser escuchados, el derecho a la palabra y el derecho al disenso, como bases de la democracia participativa, y que tienen en esta propuesta, una función central, proporcionando un sentimiento de seguridad y protección.
La acción concreta para desarrollar un proceso que permita sintetizar los factores señalados, disolviendo la forzada disociación de comunidad-policía-Estado, requiere de una base doctrinaria. Sus escritos reflejan dicho esfuerzo. La misma está en un proceso de permanente construcción y renovación, pero se deja en claro la esperanza de nuevas producciones.
Por lo dicho anteriormente, representa una bibliografía recomendada y obligada para los profesionales de las ciencias jurídicas y sociales. Necesaria a la hora de tomar decisiones políticas sustentables en la esfera oficial, por parte de aquellos funcionarios públicos que tienen el deber y compromiso de la protección comunitaria.
Juan Carlos Domínguez Lostaló
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(*) Psicólogo Clínico. Profesor Titular de la cátedra de Psicología Forense de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata. Director de la Maestría en Criminología con mención en Seguridad Humana de los habitantes de la Universidad para la Cooperación Internacional de Costa Rica. Director de la Carrera interdisciplinaria de especialización en Psicología Forense de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Reconocido criminólogo a nivel nacional e internacional y consultor de las Naciones Unidas en materia penitenciaria, infancia y adolescencia. Representante Residente en ciudad de La Plata del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la prevención del delito y el tratamiento del delincuente.